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Cultura

Andrés Rábago, El Roto: “Son los constructores y los arquitectos del sistema quienes están derribándolo”

Andrés Rábago, El Roto, en una fotografía de archivo.

Él es una Santísima Trinidad… de la viñeta, al menos porque encarna tres personajes a la vez. Comenzó durante el franquismo firmando como OPS en publicaciones como Jueves, Triunfo o Hermano Lobo. Con la llegada de la democracia, se convirtió en El Roto. Sin duda, Andrés Rábago (Madrid, 1947) reúne en su nombre varias versiones de sí mismo. Han pasado años desde que incursionó en el mundo de la viñeta y desde entonces, este pintor y dibujante no ha parado. Estos tiempos que retrata no son nuevos. Sin embargo, algo es innegable: ocurren con el peso de las grandes demoliciones. De ahí que El Roto haya decidido recoger una nueva selección de sus viñetas en Desescombro (Reservoir Books), que se centra el tema de la guerra. Aunque lo bélico, en estos tiempos, puede entenderse en distintas direcciones.

Es una Santísima Trinidad de la sátira, él reúne en un mismo trabajo a OPS, El Roto y, claro, a Andrés Rábago...

Reflexivo y minucioso, y con un estilo gráfico duro y hermético, Andrés Rábago ha conformado las bases de su trabajo y de su propia proyección y significado social en la sátira y la libertad, a través de un protagonismo que ha conducido a vincularlo a una antigua tradición satírica que incluye artistas como Goya o Daumier o Grosz y Solana. Luego de trabajar en: Diario 16, Cambio 16, Tiempo, El Periódico de Catalunya, Informaciones o Pueblo. Actualmente publica sus viñetas en El País.

Desde Los hombres y las moscas (1971), Mitos, ritos y delitos (1973) o acaso otras entregas como La memoria del constructor (1998) ha publicado sus dibujos. Desde hace unos años, Reservoir Books ha publicado muchos El libro de los desórdenes (Reservoir Books, 2006), Vocabulario Figurado 2 (Reservoir Books, 2007), Viñetas para una crisis (Reservoir Books, 2011), Camarón que se duerme (se lo lleva la corriente de opinión) (Reservoir Books, 2011), A cada uno lo suyo (Reservoir Books, 2013) o El libro verde (Reservoir Books, 2014). Las viñetas  incluidas en Desescombro se exhiben a partir de este sábado en la galería La Caja Negra (Calle Fernando VI, 12).

-¿Realmente estamos en un tiempo de 'Desescombro'? La catástrofe no ha terminado, ¿o sí?

-Lo dice porque siguen cayendo los cascotes… Por eso el personaje de la portada lleva un casco puesto. Como en esa viñeta, en este momento son los constructores y los arquitectos del sistema quienes están derribándolo, el edificio del sistema, por eso nos caen los trozos.

"En este momento son los constructores y los arquitectos del sistema quienes están derribándolo, derribando el edificio"

-La mayoría de sus viñetas, y este libro en concreto todavía más, hacen lo que un retablo. Aluden a la actualidad sin anclarla en un rostro o un episodio.

-No busco individuos concretos. No creo que la responsabilidad caiga solo en el político de turno. Es mucho más general. Y eso es lo que procuro. Los dibujos más ricos son los polisémicos. Aquellos que tienen distintas interpretaciones. También aquellos que tienen una temporalidad más amplia.

-Hay viñetas demoledoras. La pareja sentada ante el televisor en el que un hombre dice a su esposa: "No mujer, el fin del mundo fue hace tiempo, lo de ahora es una repetición televisiva".

-No estamos en un momento que no haya ocurrido antes.  Cuando haces un recopilatorio te das cuenta de que hay cosas que han ocurrido hace dos años y todavía están vigentes. En este libro en concreto hay una voluntad de permanencia.

-¿Qué piensa de un nuevo momento en el que la viñeta ha dejado de es matutina, incluso ha dejado de depender del papel?

-Es cierto que el periódico envejece, pero la viñeta, tal y como yo la entiendo, se puede leer en cualquier otro momento. Especialmente el tipo de trabajo que hago,  que no es una sátira política al uso.

-¿Qué tiene la viñeta como género en sí mismo? ¿Su mayor atributo?

-Ayudas a cristalizar ideas que estás en el aire.

-Todo dibujante lleva un pintor dentro de sí, ¿o no necesariamente?

-No todo dibujante es pintor pero sí es cierto que detrás de todo pintor debe ir dibujante. El dibujo es la osamenta de la pintura. El dibujo es mucho más aleatorio, tiene menos densidad y se mueve en distintos ámbitos temporales. La vocación de la pintura tiene una duración acaso mucho mayor, forma parte de su naturaleza.

"La democracia es lo que somos los demás", asegura El Roto.

-¿Algún personaje público o institución ha ido contra usted por alguna de sus viñetas?

-En una ocasión en la que critiqué la actuación de Israel en Palestina, he recibido un mensaje desde lugares realmente absurdos. Pero no. Nadie ha venido a decirme nada. Y si así fuese: no me interesan los personajes públicos, es su ejecutoria lo que me interesa.

-Se puede decir, en toda regla, que El Roto es un hijo de la democracia.

-Antes de El Roto firmaba OPS, que pertenecía al lenguaje más críptico de la dictadura. Luego, con la democracia, comencé a firmar El Roto.

-Pues no se nos vaya a romper, como el sistema…

-Llevo mucho tiempo en esto como para que alguien pueda romper a El Roto.

-Pero mire al bipartidismo… roto está.

-La democracia es un proceso, es un continuo devenir de la vida y de los hombres. Está en constante movimiento y en constante crisis. Hay que tener en cuenta que la democracia es lo que somos los demás. Si nosotros cambiamos, la democracia cambiará. Lo importante son los ciudadanos, las personas, somos nosotros quienes elegimos.

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