Alcalde socialista de Tarragona desde hace 12 años, afronta las que probablemente serán las elecciones más abiertas de la última década. Los sondeos le otorgan la condición de claro favorito a la victoria, pero existen dudas sobre las diferencias que obtendrá sobre fuerzas emergentes como ERC o Ciudadanos, y que condicionarán la estabilidad del próximo Gobierno municipal en la capital catalana que mejor ha resistido el empuje de los separatistas.
- ¿Qué le ilusiona de un nuevo mandato?
- Me impulsa el ánimo de mucha gente, dentro y fuera del PSC, y de los míos. Y la certeza de que los próximos cuatro años van a marcar un punto de inflexión para Tarragona. Salimos de un plan de ajuste financiero y tenemos capacidad para invertir más de 50 millones de euros en la próxima legislatura, con opciones claras como la Tabacalera, la ciudad deportiva, el Banco de España o la transformación de la Vía Augusta hasta La Mòra, entre otros proyectos que alimentan esa ilusión que comentas.
- Se ha hablado tanto de ellos, y durante tanto tiempo, que la gente ya no se los cree.
- Yo les aseguro que serán ejes básicos y prioritarios de nuestro compromiso de Gobierno, al igual que el bus gratuito a medio plazo, las viviendas sociales o un plan.
- ¿Ya ha tirado la toalla con la fachada marítima?
- Lo que no voy a hacer es engañar. Con la pasarela, desde la Rambla sobre las vías del tren, hemos dado un paso enorme para minimizar el impacto. Soterrar el ferrocarril cuesta 500 millones, una cifra inviable, de modo que optamos por trabajar activamente con el Ministerio, dentro del pacto de alcaldes del Camp, para trazar una variante ferroviaria interior de mercancías. Los próximos Presupuestos ya incorporan una partida para el estudio informativo. No tiene ningún sentido un mapa con las mercancías por la ciudad y los pasajeros por fuera.
- Le intentan culpabilizar del fiasco de Ikea...
- Ikea ha actuado con una deslealtad vergonzosa. Deciden un cambio de criterio y no nos dicen nada... su gestión ha sido nefasta. Nos hemos sentido engañados. A partir de ahí, tres grandes grupos confían en Tarragona y los empresarios se deciden por Ten Brinke, el más solvente -pone el dinero sobre la mesa incluso antes de actualizar la licencia-, y con interés también en realizar inversiones hoteleras que abren enormes posibilidades para la Anella Mediterrània.
- ¿No le preocupa que el caso Inipro, de presunta corrupción, le ponga en una situación insostenible en plena legislatura?
- Le aseguro que no me ha quitado el sueño en ningún momento y no ha sido un condicionante de mi decisión. Lo he repetido hasta la saciedad: yo firmo seis decretos para pagar unas facturas que el interventor y el secretario me dicen que son actividades hechas, y que no puedo no firmar. Si lo hago incurro en enriquecimiento injusto. Creo que mi inocencia está más que demostrada y la voy a probar donde haga falta.
- Le ha tocado bailar con una gestión económica muy compleja.
- Sí, y pese a ello hemos sacado adelante el Mercat Central, la Escuela Oficial de Idiomas o los Juegos Mediterráneos en la coyuntura más adversa que hemos conocido. Lo más difícil a efectos de endeudamiento, está hecho.
- Hasta la patronal reconoce que los Ayuntamientos han hecho los deberes para reducir el déficit, no así las autonomías o el Estado.
- Nuestro control de la deuda ha sido el mejor, de lejos, entre las Administraciones. Y, sin embargo, hemos estado completamente bloqueados: Montoro no nos dejó ni siquiera reinvertir el superávit. Afortunadamente la ministra Batet nos ha dado un respiro. Incluso en este escenario hemos invertido 350 millones de euros en la última década, y solo 12 en los Juegos, que según algunos agoreros iban a arruinar Tarragona.
- Ya que los menciona, ¿le han dejado un sabor agridulce?
- No, me han dejado un regusto muy bueno. Fuimos capaces de cumplir con el encargo en las peores condiciones posibles; fueron excelentes en lo deportivo (atletas, organización, acogida...), y aguantamos el boicot que nos declaró el independentismo. A nivel político, todas las instituciones cumplieron con sus compromisos y nosotros con nuestro liderazgo en el territorio.
- ¿Cómo lleva esos roces con el entorno independentista?
- Me han hecho padecer mucho, no tanto por mí personalmente como por la convivencia pacífica. Cuando me han llamado «traidor» o «vendepatrias» lo que me preocupaba era el síntoma de fragmentación, y que no se produjesen ni incidentes ni agresiones. En mi fuero interno, afortunadamente, cuando he sido blanco de sectores radicales, siempre ha habido otros tantos o más para decirme «alcalde, no estás solo».
- Aún así, sólo excluye a la CUP y a VOX de un hipotético pacto de Gobierno, ¿por qué?
- Porque ambos están por fracturar y terminar con el sistema. La CUP utiliza la Justicia en la que no cree para agredir, y VOX dinamita la convivencia en su pretensión de acabar con el modelo de Europa, que es en el que nosotros creemos.
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